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DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO /B

DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO /B

10/09/2006

Monición inicial

Hermanos, proclamamos sin cesar la salvación de Dios, pero tal vez no sepamos en qué consiste tal salvación, ni a qué nos compromete, ni en qué nos satisface... Tendremos que abrir nuestros oídos y nuestra lengua para llegar a calar en este miste­rio; podremos hacerlo de la mano de la liturgia de hoy. Dispongámonos a ello con ilusión y esperanza:

Canto de entrada

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Rito penitencial

- Tú que puedes abrir nuestros oídos y nuestra lengua, Señor, ten piedad.

- Tú que nos introduces en las mieles de la salvación, Cristo, ten piedad.

- Tú que haces que el anuncio del reino nos sea imprescindi­ble, Señor, ten piedad.

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Monición a la Primera Lectura (Is 35,4-7a)

Dios no puede fallar en sus promesas y en su anuncio; pero tiene sus propias vías de cumplimiento. Tratemos de descubrirlas en esta lectura, de la mano del profeta.

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Lectura del libro del profeta Isaías

Decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará. Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará.Porque han brotado aguas en el desierto,torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

(Palabra de Dios)

Monición al Salmo responsorial (Sal 145)

El creyente le atribuye a Dios toda superación de situación difi­cultosa. En este salmo se canta esa acción de Dios. Unámonos a la oración y aclamación del salmista.

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R. Alaba, alma mía, al Señor.

Alaba, alma mía, al Señor:

que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos. R/.

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El Señor liberta a los cautivos,

el Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos. R/.

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El Señor sustenta al huérfano y a la viuda,

y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

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Monición a la Segunda Lectura St 2,1-5

Si reconocemos nuestra semejanza e igualdad ante Dios, ten­dremos que luchar por superar las diferencias existentes. Para ello nada mejor que comprender nuestra hermandad. Escuche­mos.

Lectura de la carta del apóstol Santiago

Hermanos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con la acepción de personas. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: - Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado. Al otro, en cambio: - Estáte ahí de pie o siéntate en el suelo. Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino, que prometió a los que le aman?

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Monición al evangelio (Mc 7,31-37)

Dios no nos enmudece; al contrario: nos hace oír y suelta nuestra lengua para que podamos bendecir y alabar. Son las mani­festaciones del Reino de Dios. Escuchemos.

Lectura del santo evangelio según san Marcos

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: - «Effetá», esto es: «Ábrete». Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: - Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.

(Palabra del Señor)

Preces († Presidente; - Monitor)

† Dios alegra nuestro corazón y nuestras vidas; elevémosle una sentida plegaria:

- Por la Iglesia: para que se convierta en oído y lengua de los pe­queños y explotados, y les alcancen la necesaria ayuda para su desarrollo, roguemos al Señor.

- Por todas las familias de nuestro entorno: para que en ellas pueda oírse la palabra de Dios, y sean lugares donde se ben­dice a Dios, roguemos al Señor.

- Por nuestros niños y jóvenes: para que sean de lengua limpia, y vuelvan sus oídos al evangelio, roguemos al Señor.

- Por los sacerdotes y todos los cristianos de nuestra diócesis: para que el servicio a la Iglesia lo asuman como un servicio hecho al mismo Dios, roguemos al Señor.

- Por las naciones que las están pasando moradas, por los ancia­nos, enfermos y marginados...: para que se manifiesten abiertos a la salvación de Dios, roguemos al Señor.

- Por todos nosotros: para que el servicio al reino lo considere­mos por encima de nuestros intereses particulares, rogue­mos al Señor.

† Padre Dios, que anunciemos sin cesar el reino que tú nos manifiestas en tu Hijo Jesús, que vive y reina por los siglos de los siglos.

- Amén.

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Canto de comunión

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Monición de despedida

Cada cual lleva la impronta propia que le distingue de los de­más; pero no tenemos por qué agrandar diferencias, sino com­partir nuestras diferencias para enriquecernos mutuamente. Y cada cual tiene su sitio y su misión en las tareas del reino, como ya lo hemos oído en la liturgia de hoy. Hagámosle sitio a Jesús y a su palabra en nuestra vida para entenderlo y encarnarlo, y sea nuestra vida una alabanza incesante.

21º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO —B—

 

DOMINGO XXI. DEL TIEMPO ORDINARIO

Monición inicial

Hermanos: la mayoría de nosotros vivimos nuestra fe rutinaria­mente y como algo que nos lo han dejado, pero sin haber nosotros optado por ella... Algo habrá, si venimos a misa, no? -decimos. Pero, ¿qué es ese algo? La liturgia de hoy puede ayudarnos a clari­ficar nuestra postura, y descubrirnos lo importante de una opción de fe. Y es que Jesús, que es criticado por sus propios discípulos, se va a plantar ante ellos... ¡Vamos a vivirlo!

Canto: .

Rito penitencial

Hermanos: acudamos con humildad a la misericordia de Dios a dejar bajo ella nuestra pequeñez, miseria y pecado...

- Tú que necesitas discípulos fieles: Señor, ten piedad.

- Tú que dejas a nuestra libertad el que optemos: Cristo, ten piedad.

- Tú que no abandonas a tu discípulo: Señor, ten piedad.

Monición a la Primera Lectura

He aquí uno de los momentos más dolorosos de la vida del hombre: tener que optar. Porque la opción limita la libertad; pero ¡atención!, la pone en ejercicio. ¿Es nuestra fe una fe de opción?

Monición al Salmo responsorial

¿Poseemos experiencias agradables de contacto con Dios? De­masiadas veces lo consideramos un estorbo... Unámonos a la ora­ción del salmista, y hagámosla nuestra.

Monición a la Segunda Lectura

¿Desde qué punto de vista contemplamos a la familia? El apóstol nos dará su visión; ¿la entenderemos, o la rechazaremos por machista? La suya es una visión basada en el evangelio...

Monición al evangelio Jesús no se rodea de cualquiera que quiera seguirle; él quiere a quienes han tomado la decisión de seguirle. ¿Habremos hecho no­sotros una opción de fe, o le seguiremos sin saber lo que hacemos, por costumbre...?

Preces († Presidente; - Monitor)

† Elevemos nuestras preces al Padre Dios con toda confianza:

- Por la Iglesia: Para que ayude a cualquier hombre a tomar las de­cisiones que se le presenten en su vida, roguemos al Señor.

- Por las autoridades de las naciones: para que en sus decisiones fa­vorezcan a los más débiles, roguemos al Señor.

- Por los pueblos que sufren la guerra, la explotación o la margina­ción: para que logren la solidaridad y la ayuda que necesiten, roguemos al Señor.

- Por las familias que están en situación incómoda: para que pro­fundicen en la vida de amor, y ambienten su hogar en la ora­ción y el diálogo y el respeto, roguemos al Señor.

- Por quienes nos encontramos aquí: para que podamos encaminar nuestra fe hacia la madurez, y demos frutos de vocación, ro­guemos al Señor.

† Dios y Padre nuestro, acoge nuestra plegaria, y fortalece nuestra fe en tu Hijo Jesús, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.

 

DOMINGO XIX DEL T. O. -B-

DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO -B-


Monición inicial

Hermanos, somos hijos de Dios, hijos queridos, y nadie nos podrá quitar esta dignidad: por grandes que sean las dificultades, por mucho que se pisotee a las personas, siempre tenemos que defender la grandeza que Dios pone en cada ser humano. Para caminar y vivir, débiles como somos, el mismo Padre nos Alimenta con su Pan de Vida, con la Eucaristía en que Jesús se da para la Vida del mundo.

Al celebrar hoy la Eucaristía vamos a fijarnos y a tratar de descubrir la grandeza de este Sacramento, pidiendo que nunca hagamos de ella una costumbre, ni un rito vacío de vida, ni un refugio donde encontrarnos bien. Bienvenidos.

Canto de entrada

SALUDO

Dios Padre que nos llama a vivir en el Amor como Cristo Jesús nos amó, con la Fuerza del Espíritu Santo, esté con todos nosotros.

ACTO PENITENCIAL

Al comenzar esta celebración, y sabiendo que hay actitudes y comportamientos que nos separan a unos de otros y también de Dios padre, le pedimos perdón:

- Cuando vivimos con amargura y con ira, descalificando todo lo que hacen los demás. Señor, ten piedad.

- Cuando queremos que nos perdonen, pero no hacemos nada para perdonar a los demás. Cristo, ten piedad.

- Cuando nos seguimos a nosotros mismos, buscando el interés, el poder y el prestigio. Señor, ten piedad.

Oración: Dios del Amor, concédenos tu Gracia y Perdón. Por nuestro Señor.

Gloria a Dios en el cielo...

Oración colecta

Dios Padre que en tu gran Amor nos haces tus hijos queridos, y nos has dado la Fuerza del Espíritu para que vivamos siguiendo a Jesús; ayúdanos a buscar siempre lo que favorece la vida digna de las personas, la verdad y la paz, porque hemos sido creados para formar una Familia donde todos puedan sentirse queridos y respetados. Por nuestro Señor Jesucristo.

 

PRIMERA LECTURA

Con la fuerza de aquel alimento caminó hasta el monte de Dios

LECTURA NARRATIVA

Elías camina hacia el Orbe, huyendo de Jezabel. Se siente solo, perseguido y despreciado; pero mucho más, se siente incapaz de llevar adelante la misión que Dios le ha encomendado, y se desea la muerte, como una escapatoria. Al límite de su ánimo, sin fuerzas, el ángel del Señor le invita a comer para que recobre la esperanza y la fuerza. El camino seguirá siendo superior a sus fuerzas, pero Dios no le abandonará.

Lectura del libro primero de Reyes 19, 4-8.

Elías caminó por el desierto una jornada de camino, y fue a sentarse bajo una retama. Se deseó la muerte y dijo:"Basta ya, Yahveh! Toma mi vida, porque no soy mejor que mis padres!" Se acostó y se durmió bajo una retama, pero un ángel le tocó y le dijo: "Levántate y come." Miró y vio a su cabecera una torta conocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió y bebió y se volvió a acostar. Volvió segunda vez el ángel de Yahveh, le tocó y le dijo: "Levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti." Se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches.

Salmo responsorial (Sal 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9.)

R/ Gustad y ved qué bueno es el Señor.


Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza esta siempre en mi boca.
Mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren.


Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor y me respondió,
me libró de todas mis ansias.


Contemplado y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha
y lo salva de sus angustias.


El ángel del Señor acampa,
en torno a sus fieles y os protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor;
dichoso el que se acoge a él.

SEGUNDA LECTURA

Vivid en el amor con Cristo

LECTURA APOSTÓLICA

Somos hijos de Dios y hemos sido marcados con el sello del Espíritu, de modo que nuestra vida tiene que estar en consonancia con esta grandeza: no podemos vivir de cualquier modo, sino tratando de seguir a Jesús, nuestro Maestro. Vivir según el Evangelio apartando todo mal, superando la limitaciones, perdonando y sirviendo. En definitiva:”vivir en el amor como Cristo nos amó”.


Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Efesios 4, 30- 5, 2

No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma.

EVANGELIO

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo

LECTURA EVANGÉLICA

Estamos llamados a vivir en la Presencia de Dios, porque Él nos llama, nos invita y busca mostrándonos el Camino que es Jesús. Él es quien nos lleva al Padre porque sus palabras son palabras de vida. Jesús dice que es el Pan de la Vida, el Alimento que necesitamos para crecer como hijos, y que recibimos en cada Eucaristía. Que al recibir a Jesús, Pan de Vida, descubramos también la grandeza y la dignidad de nuestra vida cristiana.


¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!


Lectura del santo Evangelio según San Juan 6, 41-52.

Los judíos murmuraban de él, porque había dicho: "Yo soy el pan que ha bajado del cielo." Y decían: "¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos? ¿Cómo puede decir ahora: He bajado del cielo?" Jesús respondió: "No murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná del desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo."

ORACIÓN DE LOS FIELES

Porque nuestras fuerzas se acaben y porque confiamos en Dios Padre que nunca nos abandona, acudimos ahora a Él y le presentamos nuestras limitaciones, diciendo: ¡Escúchanos, Señor!

- Por la Iglesia que en la tierra trabaja en contra de la injusticia y defendiendo la vida de todos, para que no flaquee con el rechazo ni las dificultades. Oremos.

- Por quienes rigen los pueblos y las naciones, para que sirvan a las personas más humildes creando condiciones de vida digna y humana. Oremos.

- Por todos los que sufren abandono, soledad, injusticia, para que se sientan queridos por otras personas y recobren la fuerza y el ánimo necesario. Oremos.

- Por nuestra comunidad (parroquial), para que recibiendo a Jesús, Pan de Vida, nos comprometamos en la tarea de anunciar el Evangelio a los hermanos. Oremos.

Oración: Acoge, Señor, nuestra oración confiada. Por Jesucristo.

Oración sobre las ofrendas

El pan y el vino, Señor, son signos de nuestro trabajo diario y del Amor con que Tú nos quieres; son expresión de lo que necesitamos para vivir. Envía sobre ellos tu Espíritu y haz que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesús, Alimento para nuestra entrega y testimonio cristiano.

 

Prefacio

Llenos de alegría por tu Palabra, por tu llamada a la unidad y a la paz, te queremos alabar en este día y en esta fiesta; una fiesta que queremos llevar hasta nuestras casas, al trabajo, a la vida entera. Porque descubrimos que las diferencias sólo son legítimas cuando son expresión de los valores que Tú nos das y sirven para extender tu Reino. Porque sabemos que cuando no es así, y nos dejamos llevar por el orgullo y el creernos los mejores, provocamos violencia, odio e intransigencia.

Y porque en Jesús y en tantas personas buenas que viven en tu Presencia vemos que sí es posible la unidad, la justicia y la paz, te reconocemos como el que de verdad eres. Santo, santo, santo...

 

Oración final

Alegres y esperanzados por la celebración de la Eucaristía que nos ha unido, queremos Señor darte gracias y reconocer que estás a nuestro lado, empujando nuestra entrega y ayudando para que nunca nos venzan las dificultades. Haznos de los tuyos, Señor, haznos testigos del Amor que de Ti procede.